lunes, 18 de abril de 2011

Adicción

Cada vez más personas se acercan a la red a descubrir sus múltiples usos. Y cada vez más personas descubren las posibilidades de poder expresar ideas a través de un blog. Un blog es una herramienta interesante, siempre y cuando se use con inteligencia (como todo en esta vida).

Cuando yo escuché hablar de esto de los blogs a mi sobrino, me sorprendí de que lo que él escribiese le interesase a tantas personas del mundo. Me habló de las visitas que tenía, y ello me animó a desarrollar uno propio. Decidí escribir sobre una de mis pasiones (el mundo del cómic) y, asimilando los datos básicos que necesitaba para construir el blog a mi gusto, emprendí la aventura de escribir en la red.

Al principio tan sólo me sentaba al ordenador para ordenar datos que discurrían por mi cabeza: Cronologías de personajes, algunos vídeos sobre series de dibujos antiguas, galerías de imágenes, etc.
Y con ello, comencé a recibir las primeras visitas, y, mientras más escribía, más visitas recibía el blog. Gente del resto de España, de Sudamérica, de Norteamérica, de Francia, de Italia... Empecé a hacer crítica de películas estrenadas, y las visitas crecían, además de los comentarios de todo tipo.

Fue entonces, cuando me sobrepasó el asunto. Pensaba a diario qué escribir en el blog, me agobiaba por que no había tenido tiempo de leerme ciertas sagas para poder comentarlas, Leía noticias en distintos portales que no me daba lugar a analizar... Y la presión me llevaba a dedicar muuuuucho tiempo al blog, tiempo que le restaba a la familia, a los amigos, y a otras responsabilidades de la vida. Mi mujer me llamaba para la comida y aparecía cuando ella había terminado, obligandome a mí mismo a comer sólo, un plato de comida fría, sin nadie con quién compartir ni charlar. Ya no leía cómics por placer, los leía por obligación, llegando a leerme verdaderas bazofias, con tal de comentarlas en el blog... Y entre leer todo lo publicado, estar al día de las noticias mundiales y escribir largos artículos, se me consumía el tiempo del día.

Y fue cuando decidí que tenía que parar.

Deje de escribir un tiempo (aprovechando unas vacaciones en la playa), y al cabo de una semana volví a escribir, pensando que este periodo de desconexión me ayudaría a relativizar y priorizar.

Error.

En menos de otra semana volví a la borágine en la que estaba sumido antes de desconectar, ya que durante el tiempo de playa, nuevas ideas habían acudido a mí, para poderlas en práctica en mi blog. Y volvieron las comidas solitarias y frías, volvieron las desatenciones y volvió la presión de estar 25 horas pensando en los cómics. Inclusive dejé de atender el teléfono, "porque me robaba tiempo para poder atender el blog".

Pero una noche me desperté soñando que ESTABA ESCRIBIENDO EN EL BLOG. Fue entonces cuando me di cuenta del grave problema de adicción que padecía.

Necesitaba poner distancia entre el blog y yo. Necesitaba priorizar en mi vida y analizar desde una distancia lo que me estaba sucediendo. Necesitaba VOLVER A VIVIR AL MARGEN DEL BLOG.

De manera que comencé a reutilizar mi tiempo en otros asuntos. Algunas veces era dar un paseo cuando me disponía a sentarme en el ordenador. Otras veces era apagarlo y sentarme junto a mi esposa. Incluso echarme una siesta.

Al tiempo retomé la costumbre de escribir, pero ahora lo hago de forma distinta, teniendo en cuenta una sóla máxima... ESCRIBIR CUANDO ME APETEZCA.

El blog debe ser una herramienta más para el esparcimiento y el entretenimiento personal. Cuando rebasamos estos límites y comenzamos a robar tiempo a otras actividades de la vida en pos de dárselo al blog, mala dirección estamos tomando.

Hoy día escribo tres o cuatro veces en el mes (algunas veces llegó a escribir una vez por semana), con la simple y llana intención de exprimir mi gramática, aprender a cuidar un texto y satisfacerme a mí mismo cxon un artículo de opinión sobre uno de mis hobbies.

Y todo ésto lo confieso en este otro blog, que un día abrí para ver como funcionaba Blogspot (mi blog de cómics es de Wordpress), y al que no le he dado publicidad, para experimentar lo que es escribir mis pensamientos sin necesitar de la presión de saber que pueda haber personas al otro lado de la pantalla, y en el que las visitas son mínimas.

No sé si mis palabras llegarán a alguien a quien le puedan interesar. No sé cuándo las podrá leer alguna persona a las que le puedan aprovechar mis reflexiones. Pero no me importa. Escribo cuando me apetece escribir, o cuando quiero exteriorizar mis pensamientos, sin más ambición que la de expresarme y sentirme bien por ello.